jueves, 13 de noviembre de 2014

EL CUERPO DE LOS NIÑOS

No hables con tu hija sobre su cuerpo, salvo para enseñarle cómo funciona. No le digas nada si ha perdido peso. No le digas nada si ha subido de peso. Si crees que el cuerpo de tu hija se ve genial, no lo digas. He aquí algunas cosas que puedes decirle en su lugar:
"¡Te ves muy saludable!", es una muy buena opción.
¿O qué tal: “Te ves muy fuerte”?. O: “Se nota que eres feliz eres: brillas”. Mejor aún: halaga algo en ella que no tenga nada que ver con su cuerpo.
Tampoco hagas comentarios sobre el cuerpo de otras mujeres. No. Ni uno solo; ni positivo ni negativo. Enséñale a ser amable con los otros, pero también a ser amable consigo misma.
No te atrevas a hablar sobre cuánto odias tu cuerpo frente a tu hija, o a hablar sobre tu nueva dieta. Mejor aún, no hagas dieta frente a tu hija. Compra comida saludable. Prepara comidas saludables. Pero no digas “por ahora no estoy comiendo carbohidratos”. Tu hija no debe de pensar que los carbohidratos son malos, porque sentir vergüenza por lo que comes solo se traduce en sentir vergüenza de ti misma.
Anima a tu hija a correr porque eso la hace sentirse menos estresada. Anímala a subir montañas porque no hay ningún lugar mejor para explorar su espiritualidad que la cima del universo. Anímala a surfear, a escalar paredes o a andar en bicicleta de montaña porque la atemoriza, y eso a veces es algo bueno.
Ayuda a tu hija a amar el fútbol, a remar o el hockey, porque los deportes hacen de ella una mejor líder y una mujer más segura de sí misma. Explícale que no importa qué edad tenga, nunca dejará de necesitar saber jugar bien en equipo. Nunca le hagas jugar o practicar un deporte que no adore por completo.
Demuéstrale que las mujeres no necesitan de un hombre para mover muebles. Enséñale a cocinar. Herédale la receta de tu mamá de ese pastel de café de Navidad. Herédale tu amor por pasar tiempo al aire libre.
Quizá tú y tu hija tengan muslos gruesos o una caja torácica ancha. Es fácil odiar estas partes del cuerpo tan lejos de la talla cero. No lo hagas. Dile a tu hija que, si quiere, con sus piernas puede correr un maratón, y que su tórax no es otra cosa que un buen estuche para cargar unos pulmones fuertes. Puede gritar, puede cantar y puede levantar el mundo, si quiere.
*Recuérdale a tu hija que lo mejor que puede hacer con su cuerpo es usarlo para mover su hermosa alma.*

EL GRAN PELIGRO DE LA SOBREPROTECCIÓN


Los padres sobreprotectores son aquellos que se sienten totalmente responsables de lo que le pueda ocurrir a su hijo/a. Cuando el niño está probando sus primeros pasos, va continuamente agarrándole, avisándole de todos los peligros de forma incluso alarmista, y constante, retrasando muchas veces que el niño siga probando y reforzando el aprendizaje cómo se dan esos primeros pasitos. En definitiva, quieren evitar que el niño lo pase mal. Cuando el niño empieza a ir a la escuela, están continuamente avisándoles de todos los posibles peligros existentes y de más, les acompañan a todo lo que pueden, son ellos los que resuelven los problemas de sus hijos (ej. si el niño ha tenido un problema con otro compañero, es la madre/padre quien le resuelve el problema, sin dejar que el niño se enfrente a las consecuencias de sus actos, o sin facilitarle que desde pequeño empiece a resolver sus propios problemas). Y cuando los hijos llegan a la adolescencia, continúan intentando controlar todos sus comportamientos, pueden impedirles que vayan a excursiones; pueden prohibirles que salgan a un sitio donde van todos sus amigos, y que está probado que es bastante seguro; y, lo que es peor, pueden inculcarles a sus hijos esa excesiva prudencia que, muchas veces, les lleva a tener muchos prejuicios y les lleva también a no disfrutar muchas cosas de la vida por haber desarrollado también ese miedo.

Quieren evitar que su hijo/a sufra, que lo pase mal, que tenga que pasar por muchas de las cosas que él/ella pasó en la infancia/adolescencia. Además, en muchos casos, este padre/madre, se sentiría muy culpable de que le pueda pasar algo malo a su hijo/a.

Las consecuencias sobre la personalidad y los patrones de conducta de sus hijos se van a hacer evidentes desde muy pronto, y en muchos casos, se achaca ese malestar al hijo/a, a su personalidad, a sus amigos, al colegio/instituto,… Muchos de los padres que han sobreprotegido en exceso a los hijos son incapaces de reconocerse a sí mismos que su estilo de educación ha podido influir para que sus hijos se sientan mal en la adolescencia o en la vida adulta.

Algunas posibles consecuencias de la sobreprotección son las siguientes:

- BAJO CONCEPTO DE SÍ MISMO/A. Durante años este niño/a no ha podido poner a prueba su competencia personal, sus habilidades.

- RETRASOS O DIFICULTADES EN EL APRENDIZAJE Y PUESTA EN PRÁCTICA DE HABILIDADES SOCIALES. . A veces son niños muy tímidos, que les cuesta iniciar conversaciones, que les cuesta integrarse en grupos, que en seguida que algo no sale como les gustaría se sienten mal y prefieren retirarse. Tienen la sensación de no tener apenas buenos amigos, se pueden llevar muchas decepciones con los amigos, y no saben exactamente por qué. Muchas veces piensan que hay algo malo en ellos. Y eso les lleva a pensar más en negativo de sí mismos, es decir, a disminuir aún más su dañada autoestima.

- DIFICULTAD PARA TOMAR DECISIONES POR SÍ MISMO/A. Estos chicos/as se convierten en personas muy dubitativas a la hora de tomar decisiones. . Se sienten inseguros sobre si van a tomar o no la decisión correcta. Y la consecuencia es la demora en tomar decisiones, con toda la angustia y el malestar que implica la indecisión. Esto les lleva a disfrutar menos del día a día, porque simples decisiones les pueden llevar horas o días. Y esto contribuye de nuevo a que su autoestima siga disminuyendo, al no verse capaces de tomar decisiones que, según observan, para otros pueden resultar fáciles.

- BÚSQUEDA DE SEGURIDAD EN OTROS. Como han aprendido a que otros les resuelvan los problemas, y muestran muchas dificultades para tomar decisiones y pasar a la acción, tienden a apoyarse en los demás, para que tomen decisiones por ellos.

- “TIRAN PRONTO LA TOALLA”, TIENEN UNA TENDENCIA AL PENSAMIENTO NEGATIVO. Son personas que suelen darse pronto por vencidas. Ante una dificultad que no saben como enfrentar, prefieren no enfrentarse, su pensamiento es negativo respecto a las propias capacidades de solucionar esos problemas.

- RELACIONES DIFÍCILES CON LOS PADRES. Según van creciendo, pueden haber desarrollado mucha rabia contra los padres, porque van viendo sus dificultades a la hora de enfrentarse a problemas, y pueden echarles la culpa a ellos.. Esta culpabilización a su vez lo que está haciendo es que al culpar a otros de los propios problemas, no le está permitiendo a la persona fijarse en lo que puede hacer para sí misma, para mejorar.

- DEPRESIÓN. En muchos casos, estas personas acaban desarrollando una depresión a consecuencia de su baja autoestima y autoconcepto, y de sus dificultades para resolver problemas en su vida diaria.
En muchos casos, las personas que han tenido en su infancia/adolescencia esta sobreprotección paterna/materna son personas que sufren mucho porque se sienten inseguros y desprotegidos en su vida. Y en la vida adulta no saben cómo encauzar su vida.

Centro de Psicología Almabel
(Madrid)

LA ESCUELA HOY... EL AFECTO



La dedicación , esencialmente, una obra de amor. No se trata, sin embargo, de un amor sentimental o emocional, sino de manifestar un interés tan marcado por los alumnos y por su crecimiento moral e intelectual que el educa­dor sienta el compromiso hacia ellos, se sienta involucrado, responsable de su crecimiento, se muestre creativo, con el fin de garantizarles la mejor educación posible. Para conseguir todo esto, los educadores se deben esforzar, en establecer relaciones cordiales y afectuosas con los alumnos.
Ganar su aprecio, consideración que permita el encuentro y el trabajo en la confianza mutua y la sinceridad de las personas.
No buscar satisfacción personal en el fondo de esos sentimientos recíprocos, puesto que se trata ante todo, del desinterés del educador, algo gratuito, interior e indispensable.
Ese amor por los alumnos no significa, ni mucho menos, falta de firmeza y exigencia frente a ellos. Es, más bien, un amor exigente.

Amar a los alumnos es respetarlos y reconocer que cada persona es única, respeto que debe ser mutuo: cada uno dentro del papel que desempeña y de los estatutos de la escuela, sin marcar distancias ni caer tampoco en el conformismo artificial. Una relación humana que se establece en la sinceridad aporta siempre algo educativo para la persona.
El clima de fraternidad se refiere al sentido de cercanía, de la acogida afable, del interés sincero y manifiesto por el otro.