sábado, 27 de junio de 2015

JUGAR CON OTROS NIÑOS


Es parte esencial de su evolución y a través del juego social el niño aprende a interactuar con los demás, desarrollar su imaginación y a dejar de lado su egoísmo.
Pero lo cierto, es que el mundo en el que viven nuestros hijos, el tiempo de ocio es cada vez mas escaso para ellos, está cada vez mas organizado y tutelado por adultos y el juego tiende a ser mas en solitario, que en compañía.
Por último, no encontramos espacios seguros donde puedan jugar libremente y por lo tanto, no damos oportunidad a los niños de que jueguen solos entre ellos, sin adultos que les tutelen o vigilen lo que hacen.
Los padres tenemos miedo a los peligros que acechan en la calle, por eso, los niños viven constantemente sometidos al control de una persona mayor.
El adulto no puede robar protagonismo a los niños, ni dirigir su juego, en todo momento.
Los adultos en general, solemos ser flexibles en el cumplimiento de las normas y códigos del juego, por no disgustar al pequeño..."Me gusta jugar mas con mamá, que a ella no le importa que la deje sin muñecos y que lo tenga casi todo yo." 
A los adultos no nos importa, perder en el juego, que nos dejen menos juguetes, que comiencen ellos siempre primero, que cambien sin mas las reglas....pero ¿esto se lo encuentran en la vida real, con sus pares? claro que no.
Los niños se muestran implacables con el cumplimiento de los códigos compartidos dentro del juego. Y entonces es cuando los niños deben aprender a escuchar a los otros, aprender a esperar su turno, a compartir a resolver sus conflictos.
¿Que podemos hacer los padres?
Cada uno de nosotros debemos analizar nuestras posibilidades reales para que nuestros hijos puedan jugar e interrelacionarse con otros niños, de manera favorable.
Quizás debemos procurar mas los espacios de ocio al aire libre, si no estás muy convencido de las calle: en parques, urbanizaciones cerradas, clubes deportivos, sitios donde tengan la posibilidad de jugar sin la supervisión directa de los adultos.
De vez en cuando invitar a los amigos a casa y procurar que jueguen libremente ó con una mínima intervención de nuestra parte.
Podemos jugar con ellos, procurando que respeten las normas como todos, si le trasmitimos y enseñamos nuestros juegos, es mas fácil que ellos lo reproduzcan con otros niños.
Si no ponemos los medios, es muy fácil que nuestros niños terminen consumiendo muchas horas de televisión, abusen de los videojuegos y tiendan mas al aislamiento, al ocio individual y al egoísmo.

HIJA MÍA


Hija mía, tú no necesitas ser una “niña buena”, porque los niños son niños, no son buenos ni malos, y desde que naciste sé que eres mágica e irrepetible, como cada niño/a que nace… tú solo tienes que ser tú.
Sé que para ti no existen las palabras “bueno” y “malo”, ni siquiera las expresiones “portarse bien” o “portarse mal”. Sé que eso no lo vas a aprender en casa, pero estás escolarizada y te relacionas con gente de muchos tipos, por lo que esa visión “blanco o negro” del mundo -que tanto nos gusta a los adultos- algún día te llegará.
Necesitas saber (ya te lo vamos explicando) que cada persona actúa en cada momento lo mejor que puede, que todos tus actos son tuyos, que tienes derecho a enfadarte, a estar triste, a estar contenta, nerviosa, a tener miedo, a ser feliz… pues todas tus emociones son válidas y te ayudan a avanzar en tu camino. Tu padre y yo estaremos gustosamente a tu lado para acompañarte cada vez que nos necesites.
Hija mía, tú me has enseñado a vivir mis emociones (también las negativas) y, sobre todo, a desprenderme de ellas, a no apegarme… sigue así. Vive las tuyas como has hecho siempre y déjalas ir. Que el centro de tu vida seas tú y no los demás (ni siquiera yo o papá) porque cuando una está centrada, la armonía y la empatía imperan. Tú nos lo demuestras día a día.
Gracias, hija, por tus días revueltos, que nos sirven de espejo a ambos; gracias por hacernos crecer como familia; por tu enorme manejo de las emociones a pesar de tu corta edad, por tu sabiduría en el conflicto, por tanto amor incondicional, por tanta paz.
Yo fui una “niña buena” y como madre te libero de tener que serlo porque no es sano.
Ser una niña buena significa ceder parte del control de tu vida a los demás; intentar agradar a las personas que más quieres, de manera inconsciente, a costa del propio dolor o de la injusticia; obedecer a los mayores (padres, profesores etc) dejando a un lado tus propios deseos; no permitirte el enfado, ni la rabia.
Ser una niña buena significa caer en el rol de ser demasiado madura para tu edad y perderte parte de tu infancia. Significa tender a la perfección y a la excelencia, una trampa del mundo de los adultos para cortar las alas.
Hija mía, ser una niña buena significa (a veces) por desgracia enfermar. Enfermar para escapar de la presión de un mundo familiar y escolar que limita la propia creatividad, la libertad y el juego de experimentación de la vida, que pone en una jaula los propios deseos y algunas emociones, bajo el disfraz de que es por tu propio bien.
Yo fui una niña buena que sobrevivió (hoy puedo decir que soy una adulta desobediente y creativa) pero sufrí un buen rato en el camino.
Yo fui una niña buena que supo acompañarse de buenos terapeutas y crecer.
Como madre, yo te libero de todo ello:
te libero del chantaje emocional que no te estamos enseñando,
te libero de algo que tú desconoces: los premios y los castigos, que por desgracia rigen una parte del mundo y del sistema educativo tradicional.
te libero de la necesidad de actuar para agradar a los demás, incluidas yo misma o papá.
Y hablaré (y discutiré sobre ello) con quién haga falta: educadores, profesores, conocidos, familia… y siempre me tendrás de tu lado, porque lo único que quiero y a lo que aspiro es a que seas feliz…
Como la madre loba que soy, defenderé tu LIBERTAD.
Myriam Moya Tena

CUANDO UN NIÑO SE ABURRE, LA CREATIVIDAD TOMA PROTAGONISMO


La estimulación temprana ayuda, pero el exceso de clases, horarios y exigencias de maestros pueden frustrarlo y acallar su capacidad de innovar.
“Si usted quiere tener un niño inteligente y creativo, dele tiempo para aburrirse; de ahí salen las mejores ideas. No lo tenga todo el tiempo en clases, o en clubes de deportes o de artes, en los que está sometido a horarios y tareas estructuradas. También permítale disfrutar de ratos en que no tenga nada que hacer en particular. Será cuando ponga a prueba su creatividad para mantenerse entretenido con lo que tiene a su alrededor”.
Psi. Andrea Acosta

DÉJALO SER NIÑO

"Un niño sano es espontáneo, inquieto, ruidoso, callado, emotivo, 
colorido, curioso, imaginativo, juguetón.. no esperes lo 
contrario. Déjalos ser niños."