jueves, 5 de agosto de 2010

Las Parteras de ASOPARUPA


África está en los cantos de las parteras del Pacífico, unidas en torno a la procreación, el hecho de ser madres, los hijos, las hierbas y el parto humanizado, un concepto moderno y antiguo.
Antes de llegar hasta las puertas de la oficina escuché un gran rumor. Dentro estaban 40 parteras, todas con una cigüeña estampada sobre una camiseta blanca.
Luego de los efusivos saludos y abrazos, algunas ocupan las sillas disponibles y Rosminda Quiñones, partera líder, rompe el silencio leyendo el orden del día con el primer tema a ser discutido por la Asociación de Parteras del Pacífico -Asoparupa-: acciones para obtener los subsidios y ayudas que brinda la Alcaldía para el mejoramiento de vivienda. Se habla también de la huerta comunitaria y de los encuentros académicos que se aproximan.
Se declara un receso, unas hablan de partos en la oficina y otras recogen hierbas entrelazadas en la huerta sembrada entre palmeras. Con ellas prepararán infusiones y remedios para sus pacientes porque la medicina tradicional es uno de los principales componentes de su cultura. Y es una fortuna que sea así, pues la experiencia y conocimientos de yerbateras y parteras suplen y refuerzan en la 'clandestinidad' un sistema de salud que pocas veces cubre las zonas rurales del Pacífico colombiano.

Unidas y organizadas
La primera partera en decidir que unión y organización eran necesarias para vivir mejor la vida fue Rosminda Quiñones, quien vive en la primera etapa del barrio La Independencia, en Buenaventura. Entrada en años, vital, sonriente y redonda, de cálidas manos y ojos profundos, con un gorrito blanco como de bebé que le da un aspecto bonachón, es firme y directa cuando habla sobre los problemas que ha tenido con la televisión, la prensa y las universidades en cuanto al manejo de la información sobre el quehacer de la partería que ella les ha brindado.
Es obvio que Rosminda quiere advertirme sobre mi versión de su trabajo, la conservación del patrimonio cultural de sus ancestros africanos, la medicina tradicional y el parto humanizado. No desea que su profesión se convierta en un tópico simplista más, en otra "de esas cosas que hacen los negros en el Pacífico".
El término 'parto humanizado' es de uso corriente para las mujeres de Asoparupa y se fundamenta en la valoración del mundo afectivo y emocional de la parturienta, la consideración de los deseos y necesidades de madre e hijo. La libertad y el derecho que tienen ellas o las parejas para tomar decisiones sobre el parto, un momento vital y natural en la vida.
El parto humanizado respeta la medicina y sus avances en casos de embarazos que por complicaciones mayores requieran de procedimientos médicos especializados, pero se opone a las prácticas que someten a madre e hijo a procedimientos de intervención hostiles por lo rutinarios, que no consideran a la embarazada como individuo y transforman su experiencia en una actitud asistencial violenta, un procedimiento médico del doctor de turno.

El conflicto de las parteras con la medicina moderna tiene raíces muy antiguas. Durante los siglos XVII y XVIII, según la medicina victoriana, la mujer era un ser definido y limitado por sus órganos y funciones sexuales, un ser enfermo o al borde de la enfermedad, tanto física como psíquica.
El ginecólogo W. Tyler Smith, pionero de la obstetricia en Occidente, daba valor a la mujer como procreadora que debía ser protegida de todo tipo de riesgo, relegándola a una vida inactiva; a la parturienta debía prohibírsele que fuese atendida por parteras, puesto que esa presencia degradaba a la obstetricia.
Durante siglos las parteras o comadronas no recibieron ningún tipo de enseñanza formal y aprendían como ayudantes de parteras más experimentadas, pero en la Inglaterra de 1512 aparece por primera vez un control de comadronas. La Iglesia les proporcionaba la licencia, teniendo en cuenta la moralidad y fe de las candidatas, pues no querían que éstas administraran abortivos y practicaran brujería con las placentas y bebés nacidos muertos.
Actualmente, en países como España, el sistema de salud involucra a las comadronas durante todo el proceso de las gestantes, dejando a los doctores los casos de embarazos riesgosos. Otro país en implementar el sistema es México, donde existe una asociación de parteras que trabajan en llave con el sector salud en pueblos y ciudades.
Según Solie Carpayo, presidenta de la agremiación de parteras tradicionales de Brasil, que cuenta con sesenta mil miembros, el parto humanizado ha cobrado tanta importancia que su gremio trabaja en un proyecto de ley para remunerar su trabajo frente al Estado porque "¿cómo esperar remuneración económica de mujeres más pobres que nosotras? Una parte de la sociedad desconoce nuestra profesión y no reconoce la sabiduría que tenemos porque somos mujeres, pobres, negras, indígenas o analfabetas. La sabiduría está en las manos, el corazón y la cabeza. Muchas parteras pueden conocer el problema pero no tienen las herramientas para explicarse", afirma Solie frente a unas cincuenta mujeres de Asoparupa, reunidas en uno de sus encuentros académicos en Buenaventura.


- Joana Toro


1 comentario:

  1. Precioso texto. Lo habia leido ya en alguna pagina de facebook. Viva la humanizacion del parto y el instinto respetado!!!!

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